En primavera, en las calles de Sevilla se pueden encontrar 5,7 millones de kilos de fruta amarga que los 48.000 árboles de la ciudad depositan en las calles en invierno, un peligro para los peatones y un dolor de cabeza para la capital andaluza, pero han encontrado una bonita solución. Convertir toda esta fruta que no se puede consumir en energía limpia.

Las naranjas se llevarán a una instalación ya existente que genera electricidad a partir de materia orgánica. A medida que las naranjas fermenten, el metano capturado se usará para impulsar el generador.